Nos acechan por todas partes, siempre encontramos caras sombrías o fantasmas urbanos: detrás de cada esquina, en el vagón del metro, a veces incluso debajo de nuestras propias camas. Caras que nos resultan conocidas, mudas pero vehementes, con ojos hundidos y brillantes, cabezas salidas de sueños extraños. Estos seres fluorescentes tienen en su pupila un espejo, que atrapa a los vivos creando visiones caleidoscópicas que ocasionalmente causan la pérdida de la cordura, haciéndote caer en un vacío irreal o bien sacándote de tu matrix y mostrándote tu vaga y anodina existencia.
¿Nunca te ha ocurrido?
A mí me acechan a cada paso...
(El texto es mío también)
1 comentario:
Hola Susana, interesante tu relato, aunque entra dentro de un surrealismo del que apenas se puede rozar en su verdadero significado, es evocador. Hoy me ha venido a la cabeza que me ibas a escribirme una lista de tus grupos favoritos, siento curiosidad. (pachkai@hotmail.com)
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